lunes, 16 de agosto de 2010

Wake me up when september ends

"Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia". Recorro tickets de compra de hace varios años, ¿por qué guardaría esto?, billetes de tren de viajes que vienen a la memoria, clips, una caja transparente repleta de chapas de cerveza, un peluche de cuando tenía cuatro años. Libros, poemas de adolescente, más de trescientas películas grabadas en CDs a lo largo de muchos años, un clinex con promesas y pactos, la firma de una chica en una servilleta del Vips de una noche de febrero.
Hay agendas donde anotaba todos los días con palabras sueltas, con códigos que ya se me han olvidado. Sonrío con las fotos reveladas, con la vez aquella en la que el repartidor de pizza resultó ser un testigo de Jehová y nos tuvo a la puerta casi media hora. "Me has machacado, no quiero volver a verte, nunca, !Nunca¡", y golpeabas la mesa y todos nos miraban en una terraza de la Plaza de Santa Ana una tarde de mayo. Fumar desnudo después de hacer el amor una noche en el jardín de tu casa. Ése jardín que intentaba arreglar enderezando las enredaderas caídas, mientras tú leías a Bioy Casares.
Facturas de teléfono donde busco tú número e intento recordar las noches en que te escribía mensajes, en las que hablábamos y había un taxi y nos encontrábamos sedientos para despertar después extraños como si no supiéramos lo que había pasado. Noches de agosto, como ésta, donde había una sorprendente ocarina y comida de los chinos a las tres de la mañana.
Siento que se termina el verano. Todos los meses de agosto, casi todos, que recuerdo, han sido meses muy jodidos. Tal vez por eso he bajado al trastero y he abierto cajas y cajas para ver si era verdad, para ver si ahora estoy mejor. Tal vez porque ultimamente recito en voz baja la elegía de Miguel Hernández a Ramón Sijé y parece que Caparroso ha perdido algo y ya no voy a volver a mirarlo igual. Tal vez, simplemente, porque no me apetece olvidarte.

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