viernes, 29 de octubre de 2010

Aunque tú no lo sepas



Aquella noche - la de mayo - me contaron que un menda en internet pidió a la gente que enviara una foto que describiera su vida. Hubo uno que envió una foto en la que aparecía una pareja liándose en un sofá y al lado, un chaval con un mando en la mano jugando concentrado a los videojuegos. Recuerdo haber contestado que el video que definía mi vida era aquel de gomaespuma con el Medusa, un chungo barriobajero con su novia y un apenao. El Medusa y su novia están dando la nota, el apenao con gafitas se vuelve y les llama la atención y el Medusa, en plan vacilón, le grita: "¿Pero qué dices tristeee? !!Tristee, que eres un triste!!". Después se pasan toda la peli molestando y dando de hostias al apenao, que al final es quien recibe la amonestación del revisor por armar escándalo. Ese video define bastante bien mi vida. Me pasé toda la noche repitiendo lo de "triste¡¡¡ que eres un triste¡¡" entre la borrachera y el dolor hasta que fueron tus ojos, hasta que fue tu sonrisa y las manos y tus labios en aquel bar de heavies ochenteros con jarras de cerveza gigantes.

Aunque tú no lo sepas, tanto el poema de García Montero como la canción de Quique González (que luego versionó Enrique Urquijo), es otro de esos títulos bastante míticos.

Aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.

Era principios de junio, era el tercer mes de mi contrato cuando tenía tantas cosas que hacer, cuando las clases particulares al salir en aquel piso frente al Retiro. Las carreras, los encuentros, los juegos de los mensajes y tu voz en la oficina vacía y en la tarde melancólica. Ciudad Real, las entrevistas a camareros y a expertos en aceites, al danés aquel que no entendía una palabra de español ni lo que hacía en esa triste ciudad. Te pedí que vinieras conmigo a valencia uno de estos puentes que pillan desprevenidos.  Me sorprendía cómo te brillaban los ojos cuando te hablaba de ortigueira y de las hordas de punkis y los conciertos junto al mar. O del Dïa del Orgullo Friki, planeando tomar la plaza de Callao con una camiseta cuya gracia solo entendiera yo, y tal vez una élite de elegidos. Cervezas belgas en el Oldenburg, carteleras de cine, la feria del libro de principios de junio.

También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando te marchas.

Lo que más me dolió de que te fueras - fue una noche de junio en San Blás, cuando las súplicas y tu móvil apagado - no fue tanto que ya no te volviera a ver, que ya no te volviera a besar ni a reir contigo, fue que seguí inconscientemente haciendo planes en los que estabas. A pesar de "que tinguis sort" cantado por Pedro Guerra y Lluis Llach, a pesar del "this is the way to go / you will forget about me when I´m on that plane" seguí inconscientemente pensando en que estaba contigo. Mensajes desde Ortigueira donde Celtas Cortos, los punkis, donde aquella chica medio belga que entreabría los labios como tú la primera noche ("en mi corazón tenía.."). En Hendaya, cuando un grupo medio vasco medio francés comenzó a tocar "Txoria, txori" de Mikel Laboa ("Eta nik, txoria nuen maite"). Subiendo por San Bernardo con la bici intentando evitar mirar hacia donde estaba tu casa. Viajando de noche triste hacia Navarra. En un pueblo perdido de Burgos ("You´ll be wearing a river´s disguise").

Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.

Como siempre, las mejores conclusiones vienen de los grupos de facebook. Nunca me he olvidado ni me olvidaré de tí. Pero poco a poco voy aprendiendo a vivir sabiendo que ya no estás.