viernes, 27 de enero de 2012

Heriotzaren begiak

La rentabilidad en entornos concentrados está determinada ..- era finales de septiembre, el recuerdo de Hendaya y los días que se acortan cuando todo el mundo regresa y hace planes para el curso ..- elasticidad cruzada, elasticidad precio-demanda, la curva ..- el vodka en La Piluka, la llamada borracho, Sol, Inglaterra mientras la calzada de Fuencarral y el guitarrista con el que te acabaste yendo ..- la oferta se desplaza hacia la derecha ante un incremento del número ..- aquella noche. El móvil en el fondo de la mochila, La Ofrenda, el amanecer en Peñagrande y los días de insomnio con el `Pequeño vals vienés´ ..- La prelación indica el derecho que ostenta una persona sobre otra en la celebración ..- Lorca, Cohen, la marioneta nueva del cocodrilo Evaristo mientras los niños en las fiestas del Barrio del Pilar una tarde de octubre ..- la ecuación cuantitativa relaciona la velocidad a la que se intercambia el dinero en una ..- conciertos de ska en la Complutense, subiendo la carretera en la que siempre fruncía el ceño todos los años pasados, era buscarte entre la gente y los codazos, los cigarrillos partidos y el contenido de tu bolso disperso por la arena después ..- Exportaciones netas, formas de tratamiento y disposición de altos cargos, un edificio circular y gabardinas grises ..- La imagen de tus ojos que huían sentada en la parada de autobús de la avenida del Paraninfo ..- This waltz ..- factores a tener en cuenta en la elaboración de un plan estratégico de marketing ..- El ciclo de Miyazaki en la filmoteca en noviembre ..- características intangibles y tangibles de los productos de consumo ..- Pedir tu número de teléfono y reencontrarme después a principios de septiembre, en julio, en abril del año anterior..- `Ya me olvidé de tí´ ..- Cuando eramos payasos ..- cafés de máquina entre la estrategia empresarial y la rentabilidad de los capitales ..- un centro okupa en diciembre, piedra, papel o tijera, la parada de autobús ..- el deterioro de un activo se contabiliza negativamente en el balance de situación ..- La Tabacalera, María, fotos en la nieve ..- This waltz ..- ¿Encontraría a la Maga? ..- El coste de oportunidad es aquello a lo que se renuncia para obtener ..- Las noches de la Tabacalera entre gente desconocida, el Inventario Galante y la balanza de pagos de los países ..-

"Le blé, qui est doré, me ferai souvenir de toi. Et j´aimerai le bruit du vent dans le blé" Palabras de El Principito en un piso detrás de Plaza de España y las tardes en bicicleta, el cuaderno en El Retiro cuando ya empezaba a despedirme de ti, "que tinguis sort". La revolución de mayo, los gritos, las pancartas y las asambleas que aplaudían mudas. Las veinticinco mil personas entre las que te escondías la noche antes de las elecciones, cuando te vi, de lejos, y tuve que dar toda la vuelta a la plaza para que nos encontráramos de frente. La parada de autobús, de nuevo, otra vez el verano y las palabras de Johnny Cash desde una terraza fría de Irún..- "I went with nothing, nothing but the thought of you, I went wandering"..- Y los coros de Bono y la historia de los noventa, el romance del desterrado dando vueltas perdido en Salamanca, "Into the wild". Las despedidas.

El seguro de cobertura se contrata con una entidad financiera con el objetivo de disminuir los riesgos asociados..- Nubes de polvo en el polígono industrial de Getafe aquella noche después del concierto de Mago de Oz ..- Fiscalidad, contratación internacional, logística y transporte..- Era todo muy fácil, a pesar de las 45.000 personas bebiendo sobre las lonas de plástico del recinto, a pesar de todas las despedidas desde la noche en que te conocí, aún con noviembre, con la noche de octubre, los ojos huidizos de todas las paradas de autobús ..-El contrato mercantil se fundamenta en la autonomía de la voluntad de las partes, la ley designada, Lex Mercatoria..- Era muy fácil a pesar del último silencio antes de que abrieras la puerta del coche, "lo respeto", "que tengas suerte", aunque la compasión y los errores, el momento muerto mientras los imitadores andaluces de Extremoduro, el ruido, las lonas de plástico rasgadas, el polvo y los minis de cerveza, las 45.000 personas entre las que solo tenía que recorrer la mirada para buscarte, ¿encontraría a la Maga?

Tipos de cambio spot, forward, seguros estructurales, trajes y corbatas, gabardinas pesadas entre el vaho de Madrid en invierno..- I tuou occhi saranno..- Heriotzaren begiak.

viernes, 29 de octubre de 2010

Aunque tú no lo sepas



Aquella noche - la de mayo - me contaron que un menda en internet pidió a la gente que enviara una foto que describiera su vida. Hubo uno que envió una foto en la que aparecía una pareja liándose en un sofá y al lado, un chaval con un mando en la mano jugando concentrado a los videojuegos. Recuerdo haber contestado que el video que definía mi vida era aquel de gomaespuma con el Medusa, un chungo barriobajero con su novia y un apenao. El Medusa y su novia están dando la nota, el apenao con gafitas se vuelve y les llama la atención y el Medusa, en plan vacilón, le grita: "¿Pero qué dices tristeee? !!Tristee, que eres un triste!!". Después se pasan toda la peli molestando y dando de hostias al apenao, que al final es quien recibe la amonestación del revisor por armar escándalo. Ese video define bastante bien mi vida. Me pasé toda la noche repitiendo lo de "triste¡¡¡ que eres un triste¡¡" entre la borrachera y el dolor hasta que fueron tus ojos, hasta que fue tu sonrisa y las manos y tus labios en aquel bar de heavies ochenteros con jarras de cerveza gigantes.

Aunque tú no lo sepas, tanto el poema de García Montero como la canción de Quique González (que luego versionó Enrique Urquijo), es otro de esos títulos bastante míticos.

Aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.

Era principios de junio, era el tercer mes de mi contrato cuando tenía tantas cosas que hacer, cuando las clases particulares al salir en aquel piso frente al Retiro. Las carreras, los encuentros, los juegos de los mensajes y tu voz en la oficina vacía y en la tarde melancólica. Ciudad Real, las entrevistas a camareros y a expertos en aceites, al danés aquel que no entendía una palabra de español ni lo que hacía en esa triste ciudad. Te pedí que vinieras conmigo a valencia uno de estos puentes que pillan desprevenidos.  Me sorprendía cómo te brillaban los ojos cuando te hablaba de ortigueira y de las hordas de punkis y los conciertos junto al mar. O del Dïa del Orgullo Friki, planeando tomar la plaza de Callao con una camiseta cuya gracia solo entendiera yo, y tal vez una élite de elegidos. Cervezas belgas en el Oldenburg, carteleras de cine, la feria del libro de principios de junio.

También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando te marchas.

Lo que más me dolió de que te fueras - fue una noche de junio en San Blás, cuando las súplicas y tu móvil apagado - no fue tanto que ya no te volviera a ver, que ya no te volviera a besar ni a reir contigo, fue que seguí inconscientemente haciendo planes en los que estabas. A pesar de "que tinguis sort" cantado por Pedro Guerra y Lluis Llach, a pesar del "this is the way to go / you will forget about me when I´m on that plane" seguí inconscientemente pensando en que estaba contigo. Mensajes desde Ortigueira donde Celtas Cortos, los punkis, donde aquella chica medio belga que entreabría los labios como tú la primera noche ("en mi corazón tenía.."). En Hendaya, cuando un grupo medio vasco medio francés comenzó a tocar "Txoria, txori" de Mikel Laboa ("Eta nik, txoria nuen maite"). Subiendo por San Bernardo con la bici intentando evitar mirar hacia donde estaba tu casa. Viajando de noche triste hacia Navarra. En un pueblo perdido de Burgos ("You´ll be wearing a river´s disguise").

Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.

Como siempre, las mejores conclusiones vienen de los grupos de facebook. Nunca me he olvidado ni me olvidaré de tí. Pero poco a poco voy aprendiendo a vivir sabiendo que ya no estás.

martes, 31 de agosto de 2010

Hacia adelante

Estoy terminando de leer la agenda que escribí en Londres. Esa agenda es muy buena, joder, en Londres me lo pasé muy bien. La semana pasada, cuando llevaba leídos septiembre y octubre, los meses más intensos, andaba pensando en cómo conseguí pasármelo tan bien. En si podría repetir ese sentimiento de pasar de todo, de ir a darlo todo sin rallarme ni pensar demasiado. Por supuesto aquel año estaba de Erasmus. Y eso ayuda mucho. Las historias de ese par de meses darían para mucho. Mucho más de lo que he vivido o tratado de vivir después. Salvo quizás las aventuras en Bruselas.

Me lo propuse hace unos meses ya, como en abril, con canciones de Los Petersellers y de Los Delincuentes, Después. Y hubo currículums, hubo becas, tardes navegando entre páginas para buscar trabajo y letras en mayúscula, y cientos de candidatos probablemente mucho mejor preparados que yo. Pero no me lo tomé muy en serio. Abril del insomnio y los días largos y aburridos empezando la jornada completa en un trabajo anodino que no me daba para vivir. Conseguir olvidarme de ella en otros ojos y en las noches por Plaza de España con El Gran Levowsky en una televisión muy pequeña. Nunca terminamos de ver esa película. Tampoco me dijo adiós. Y yo cantaba 19 días y 500 noches en un parque solitario de la Ventilla sin saber aún qué había pasado. Y me quedé un poco aturdido, joder, dos en un mes, vaya media, así no se puede olvidar, se te van acumulando.

Para corresponder a tanto dolor y tanta pérdida me pasé el verano perdiendo cosas. Perdí muchas cosas. Algunas realmente importantes, otras no tanto. Me robaron, por ejemplo, la bici sin sillín en un parque de Príncipe Pio. Me compré otra bici y, semanas después, me robaron el sillín de la bici en la calle donde trabajo. Carteras, móviles, mp3s. Una persona a quien quería mucho.

Así que ,ya más o menos sin nada que perder, y con más años, he decidido tirar para adelante. Hay un grupo en el facebook - supongo que de estos efímeros ya que no consigo encontrarlo - que dice más o menos "you can overthink about what happened, overanalyze it, go through it thousand and thousands of times, or you can just MOVE THE FUCK ON". Define bastante bien lo que siento. También Waltzing Matilda, siempre Machado - Caminante no hay camino - o el incombustible Jose Luís Perales:

miércoles, 25 de agosto de 2010

Groundhog day

Me he dado cuenta de que hay muy pocas películas que dejen al final una sensación de buen rollo con la vida y el mundo. Están las de Disney, por supuesto, pero más que bueno rollo acabas con una sonrisa tonta que se desvanece pasados unos pocos minutos. También están las comedias, las comedias muy buenas, como La vida de Brian, cuya última y magnífica escena hace que se sincronicen los pies y los tarareos de todos los espectadores. Aunque ésta tampoco te deja una sensación de paz y armonía con el universo. El viaje de Chihiro, La pasión de Cristo (ésta tal vez lo consigue, pero se sufre demasiado en el proceso), o en la que todos estaréis pensando, Qué bello es vivir. Reconozco que no soy capaz de aguantar esas dos horas de blanco y negro borroso e interpretaciones teatrales, no puedo.

Yo hablo del buen rollo que te deja el videoclip de Estrella Damn de 2009, la sensación tras escuchar alguna canción de Los Delincuentes, el momento de salir de casa los viernes con un plan cojonudo y una canción perfecta en los cascos. Groundhog day, Atrapado en el tiempo, es una de las pocas películas que me deja en paz conmigo mismo y con el ser humano.


"You want a prediction about the weather, you're asking the wrong Phil. I'll give you a winter prediction: It's gonna be cold, it's gonna be grey, and it's gonna last you for the rest of your life."

La cara demacrada de Bill Murray diciendo esta frase a la cámara tras haber repetido el mismo día innumerables veces es realmente grande. La evolución del Sísifo de Camus, subiendo la misma roca por la misma ladera durante toda la eternidad no ha podido ser mejor llevada al cine. La sorpresa, la incredulidad, la angustia, el hedonismo, la frustración, la depresión, el suicidio inútil, el vacío, la aceptación de lo imposible - hay cosas que no se pueden cambiar - y la revelación por último, la redención a través del amor y la solidaridad (como Darth Vader en El retorno del Jedi, arrojando al malvado emperador por el abismo, descubriendo finalmente su cara y encontrando la paz - "Y el Jedi es la parte más insultante de todas. Porque el hermoso semblante negro de Vader es mancillado al retirar su máscara para descubrir a un débil, viejo y decrépito hombre blanco. !!¿Intentan decirnos que, muy en el fondo, todos queremos ser blancos?¡¡")

"I was in the Virgin Islands once. I met a girl. We ate lobster, drank piña coladas. At sunset, we made love like sea otters. *That* was a pretty good day. Why couldn't I get *that* day over, and over, and over..."


Hay cosas que son posibles; se puede robar una furgoneta blindada y vestirse de cowboy para ir al cine, pasarse días enteros viendo la ruleta de la fortuna hasta aprenderse de memoria los resultados, se puede fingir ser otra persona para llevarse a la cama a una chica, enfurruñarse y tratar de suicidarse de cientos de formas diferentes, se puede perder la ilusión y frustrarse mucho, pasar de todo para que nada te haga daño. Se puede vivir así. Pero por otro lado, y por fortuna, porque lo hace todo mucho más precioso, hay cosas imposibles. No se puede evitar la muerte, no se puede cambiar que alguien no te quiera ("Si quieres quererme, voy a dejarme querer / si quieres odiarme, no me tengas piedad), no se puede revivir el pasado, repetir aquél día tan cojonudo que viviste. Te ha tocado el día de la marmota, te jodes. Así que ya que estás ahí, ya que parece que todo el mundo se ha vuelto loco y tú eres el único consciente de lo que pasa pero no puedes hacer nada para cambiarlo, ¿para qué rallarse?. Aprovéchalo, cúrratelo un poco, aunque sea un triste día con un cansino vendedor de seguros, con un frío de la hostia y una fiesta anodina en un remoto pueblo de Pennsylvania, puedes, o enfurruñarte, o hacer que merezca la pena. Aunque parezca que no tiene sentido, porque no lo tiene, porque no hay maldita forma de saber si lo tiene o no lo tiene, joder, ya que estás ahí, dale una oportunidad.

Al fin y al cabo y dentro del caos rallante de los tiempo cíclicos, por lo menos tenemos el poder, y de ahí, claro, la responsabilidad, de hacer que las cosas merezcan la pena, aunque sea muy difícil, muy absurdo, abrumador y con muchos sinsabores por el camino. Ésa es la sensación de buen rollo de la que hablo.

I don't deserve someone like you. But If I ever could, I swear I would love you for the rest of my life.

Debió de ser el primer fin de semana de mayo. El sábado estaba amargado del mundo y de la existencia hasta la sorpresa y el espanto, y el domingo, escuchando sonriente en repeat esta canción:

miércoles, 18 de agosto de 2010

Take this waltz

Ya decía yo que me sonaba. Después de escuchar esta canción de Leonard Cohen durante varios meses, voy, la busco en youtube y aparece un video de la 2 que empieza con una imagen de Federico García Lorca - Poeta en Nueva York, claro - seguido del mismo Cohen cantando en Granada, mirando a la Alhambra y paseando por la casa del poeta.
El video es un poco chungo, no solo por la textura televisiva ochentera. Pero la canción y el poema bien merecen un clik.



Pequeño Vals Vienés de Federico García Lorca

lunes, 16 de agosto de 2010

Wake me up when september ends

"Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia". Recorro tickets de compra de hace varios años, ¿por qué guardaría esto?, billetes de tren de viajes que vienen a la memoria, clips, una caja transparente repleta de chapas de cerveza, un peluche de cuando tenía cuatro años. Libros, poemas de adolescente, más de trescientas películas grabadas en CDs a lo largo de muchos años, un clinex con promesas y pactos, la firma de una chica en una servilleta del Vips de una noche de febrero.
Hay agendas donde anotaba todos los días con palabras sueltas, con códigos que ya se me han olvidado. Sonrío con las fotos reveladas, con la vez aquella en la que el repartidor de pizza resultó ser un testigo de Jehová y nos tuvo a la puerta casi media hora. "Me has machacado, no quiero volver a verte, nunca, !Nunca¡", y golpeabas la mesa y todos nos miraban en una terraza de la Plaza de Santa Ana una tarde de mayo. Fumar desnudo después de hacer el amor una noche en el jardín de tu casa. Ése jardín que intentaba arreglar enderezando las enredaderas caídas, mientras tú leías a Bioy Casares.
Facturas de teléfono donde busco tú número e intento recordar las noches en que te escribía mensajes, en las que hablábamos y había un taxi y nos encontrábamos sedientos para despertar después extraños como si no supiéramos lo que había pasado. Noches de agosto, como ésta, donde había una sorprendente ocarina y comida de los chinos a las tres de la mañana.
Siento que se termina el verano. Todos los meses de agosto, casi todos, que recuerdo, han sido meses muy jodidos. Tal vez por eso he bajado al trastero y he abierto cajas y cajas para ver si era verdad, para ver si ahora estoy mejor. Tal vez porque ultimamente recito en voz baja la elegía de Miguel Hernández a Ramón Sijé y parece que Caparroso ha perdido algo y ya no voy a volver a mirarlo igual. Tal vez, simplemente, porque no me apetece olvidarte.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Las despedidas

El tren se puso en marcha y muy despacio nos fuimos alejando hacia Madrid desde la estación de Castejón. Recuerdo a mis tías Conchita y Teresa agitando el brazo y sonriendo mientras se iban haciendo pequeñas y el paisaje se desdibujaba en la velocidad que íbamos cogiendo.

Recuerdo apenas los últimos días de los campamentos de verano. Las inocentes promesas de que volveríamos a vernos, el revuelo bajo las cinturas de los padres y la amenaza de los coches próximos a partir.

Mi casa de St. Gilles está ahora vacía. Los nuevos inquilinos, dos estudiantes francesas, trajeron todos sus muebles y a sus familias para reivindicar este suelo. Ahora se han ido a su país para pasar el verano. Como se encuentra la familia Simpsons la casa de la playa que Flanders les ha dejado cuando Lisa decide cambiar y consigue hacer amigos, mi apartamento está lleno de post-its con instrucciones para las tareas más básicas. Destaco dos por su contenido:

On a soif

(1 fois semaine)


Encontrada delante de las plantas.

On a faim

(chaque jour)


En la pecera.

Para instalar sin embargo el complejísimo dispositivo de belgacom no han dejado una miserable palabra.

Camille, la estudiante de cine francesa que hablaba inglés e italiano, fue la primera en marcharse. Era atenta y alegre, recuerdo que se pasó casi una tarde entera escuchando mis explicaciones sobre la historia de España y de Madrid. Que miramos incluso el google maps para que le enseñara las calles y rincones de mi ciudad emocionado. Que se reía siempre con mi pronunciación espantosa, que cantaba y hablaba sola desde el salón del apartamento. Ahora está en el hospital, intentando que le diagnostiquen una enfermedad extraña en los huesos.

Nunca me despedí de María Jesús. Era octubre en Madrid y los días grises cuando empecé el horario de mañana en la universidad. La línea estática del teléfono. Olvídate de mí. Nada, nada. Nunca. Contigo siempre me he preguntado por la diferencia entre el que es egoísta y quién simplemente no tiene nada que dar.



Ceno con Claire, Come y Jean Noell en la pizzería de debajo de casa la última noche. El apartamento está casi vacío y recién pintado. Los trastos de los tres años que llevan viviendo en la casa se acumulan en salón. Todos tienen manchas de pintura en la ropa y están destrozados de la semana de limpieza general. Jean Noell, el estudiante de sonido, regresa a Francia al día siguiente. Jean Noell con su imposible acento parisino y sus películas de Sergio Leone dos veces por semana. Claire y Come se van en dos semanas a Australia a viajar y a buscarse la vida y conocer el idioma y sus gentes. Gracias a Claire llegué a este piso, Claire, la chica belga que hablaba español por haber pasado su Erasmus en Valencia, la profesora de francés con quien discutía defendiendo el español por sus gerundios y su forma de hacer sentir cada palabra que se dice. Y Come, su novio, con su bata y desayunando formal en la terraza de la cocina a las ocho de la mañana. El que me salvó la vida de hecho cuando me quedé dormido en el sofá mientras la pizza se carbonizaba en el horno.

Era Agosto en Madrid y yo limpiaba los filtros de los aires acondicionados de una empresa de ingeniería en Tres Cantos. Era Cristina en bikini en una piscina perdida por las calles candentes de Delicias. La cerveza en el puestecito donde las mesas y sillas de plástico, donde accidentalmente se tocan las piernas y hay apenas una mirada. Era la terraza del bar de la esquina cuando la tarde cae azul y las gentes comienzan a salir después del agobiante calor que ha hecho durante el día. Las palabras que salen difíciles mientras se juega con los frutos secos intentando encontrar los kikos. Los tópicos que aprendimos en Al salir de clase para dejar a una persona, los segundos detenidos, los segundos rápidos y los adoquines grises de la acera cuando ya me estaba alejando y pensaba como un tipo duro, la cabra mecánica, qué te follen.

El turco sonriente de la tienda 24 horas de los chinos donde siempre compraba tabaco. El marroquí que me intentó secuestrar para que le pagara el retrovisor que rompí con la bicicleta. Los trabajadores sociales que escucharon mis veinte minutos de discurso en francés sobre los problemas con el alquiler para decirme luego que ahí solo trataban a familias desestructuradas y a alcóholicos. La place de Bethleen, las terrazas de la place de Bethleen, la pizzeria del italiano majete que contaba las historias de las fotografías mientras el cocineros sudaba frente al horno durante el verano. El grupo de chavales con su coche y su música medio árabe medio tecno que no me dejaba dormir. La sensación del exilio, los asturianos de la agrupación socialista de Bruselas. El español al que grité desde mi ventana para que se callara después de cuatro horas tocando borracho canciones de Fito. Davide, el italiano comprometido con todas las causas, el iraní ex-presidiario que nos contaba fascinado su viaje místico con el veneno del escorpión cuando hacía la mili en el desierto. Marc, Tijlus, Frederic, Nico, el cabrón de mi jefe, la señora Hyun, las tardes en Radio Alma pinchando a Victor Manuel, Planta catorce. Mi bicicleta. Páginas de Harry Potter en francés en el Parc de Bruxelles. Mi cumpleaños en Leuven, la tienda de videojuegos de Wavre. Elisa en el Cinq vingt trois, Elisa a pocos centímetros asustada por alguna escena de alguna película algún Domingo por la noche, la nota de buenos días que firmó con una cara sonriente. El salón de mi apartamento, la gente turbia del club minifoot, el día en que inundé dos pisos del edificio poniendo una lavadora, en el que me colé por error en una carrera de ciclismo, en el que acabamos en la comisaria cuando vinieron a visitarme mis amigos. La cortesía de los belgas, Foret de Soignes...

Con Mar dejé de hablar simplemente. A Yolanda le dije que podíamos seguir siendo amigos y seguir liándonos.

Voy terminando la cerveza Heineken que he comprado hace un rato en los chinos del barrio. Madrid se cubre de niebla y de gabardinas en invierno. Todo parece ir un poco más despacio. No sé si finalmente Davide habrá conseguido la bicicleta que dejé en el armario de las escaleras, si habrán tirado la cama que compré en el Ikea y que cargué por el metro con las manos y la espalda destrozadas. Camille y Jean Noelle habrán regresado al inicio del curso, con los días oscuros y la lluvia. No sé cómo le estará yendo a Cristina en Venecia, a Elisa en sus prácticas de la Comisión. Si será feliz el inglés de la clase de francés en Toulouse. O si conseguirán meter a Eslovenia en la Unión Europea finalmente. No sé cómo me hubiera ido en caso de aceptar las prácticas en Radio Alma y pasar unos meses más en Bruselas, en caso de aceptar la beca y haberme ido a Suiza todo este año. Madrid árido y melancólico, el frío que hace agachar las cabezas mientras el ruido de los coches entre el alumbrado nuevo de Navidad. La cerveza Mahou de los chinos atravesando aterido la calle del Desengaño.